Ir al contenido principal

¡Actualización! Me agobié

 Sí, lo sé, soy la inconsistencia hecha persona.


Estoy segura de que hasta he perdido un poco la soltura...

Por lo pronto, así se siente volver a escribir después de tanto tiempo


¿Tú qué tal? ¿Cómo estás? ¿Qué has estado haciendo?

Dije que me lo tomaría con calma, y me he agarrado el brazo a mí misma. Es verdad que la confianza da asco.

No voy a pillarme los dedos preguntando si me has echado de menos, a riesgo de que me respondas que no (ouch). Yo sí que he notado la falta de estas pequeñas citas que teníamos los domingos 🥲

Tampoco quiero mentir. Si bien he estado ocupando mis días, no tengo ningún compromiso gordo al que atribuir esta absoluta dejadez por mi parte. No he estado en un retiro espiritual encontrándome a mí misma, ni reavivando la llama del amor, y por suerte tampoco tengo a nadie en estado crítico de salud. (De hecho, se podría decir que estamos muy bien. Muchas gracias, muchas veces)

Esta es la pura verdadMe he dejado distraer

O más bien me he dejado consumir por las obligaciones de la vida.

Si lo piensas, sí que es un poco triste ver que ha pasado medio año y no que no sé decirte ni cómo.

Pero no perdamos tiempo con palabrería, justificaciones de dudosa veracidad y promesas que no estoy segura de si puedo cumplir.

El caso es que, después de este largo parón, por algún motivo, precisamente hoy, me levanté con ganas de escribir. Y quién soy yo para ponerme límites cuando ya de por sí me cuesta empezar las cosas.

Así como novedad digna de mención, ¡he empezado a teletrabajar! (unos pocos días al mes, pero menos es nada). Irónicamente, esto solo me ha dejado con la falsa idea de que podría hacer más cosas y la triste realidad de que sólo he sido capaz de hacer menos. Los días que estoy en casa no traigo la adrenalina de haberme puesto en marcha antes del amanecer y, amodorrada y en pijama me confío demasiado con todo.

(@ketnipz)


Por fin me he dejado de procrastinar en lo que al piso respecta y he empezado a hacer pequeñas actualizaciones. Cuando me independicé traje todo lo que ya tenía, además de heredar cosas de amigos (thx A jeje), y mi intención era aguantar ✨ indefinidamente ✨. Se ve que 'indefinidamente' es, de hecho, un periodo muy finito, en concreto de año y medio, para mí.

Qué quieres que te diga, son obligaciones fáciles de posponer. ¿Tú cómo gestionarías gastos hormiga que van de cien en cien? Un librero nuevo normal, sencillo, minimalista, de 180x80: 117€. Una cómoda de menos de 1m de alto: 130€. Tengo que cambiar el escritorio y la silla porque mi espalda está para la jubilación. Toallas y ropa de cama nuevas, un juego de sillas medio decentes, más almacenamiento y algún que otro electrodoméstico... Menos mal que tengo a mi madre ayudándome a reacondicionar muebles de segunda mano porque no estoy preparada para afrontar el cambio de cama que me dejará con cerca de1000€ menos entre canapé, colchón y cabecero.

Y sin pretender montar una vivienda digna de Pinterest. Que desde que vi el house tour de la Rivers, el deseo de delegar el embrollo este a terceros para poder dedicarme a otros asuntos no me deja dormir.

Encima tengo unas molestas inquilinas (okupas) en la terraza, con las que he entrado en una guerra que voy perdiendo.

La única noticia positiva es que después de un largo historial de indiferencia hacia las plantas, y negligencia plena, mi flor de lavanda progresa adecuadamente.


Otra cosa que te puedo contar es que he estado leyendo un montón. Si bien es cierto que desatendí por completo este blog, he trasladado todas mis reseñas a Goodreads. Ahí actualizo activamente, hasta el punto de que puede llegar a resultar compulsivo ya que cada vez que me llama la atención algo lo tengo que comentar. ¡Seamos panas por ahí! Por si no te habías dado cuenta, no tengo mucha gente con la que hablar de libros en general.

Así se ve la primera mitad de mi año:

No te dejes impresionar, muchos son cómics o rondan las 250 páginas 😳


El motivo principal por el cual volví a entrar a este blog es porque me acordé de la publicación que hice en su día sobre Literatura Coreana, en la cual había incluido al final una mini TBR con libros que me resultaban interesantes, y mis dos lecturas más recientes casualmente aparecen en esa lista. A día de hoy, he leído 3 y abandonado 1 (lo siento Han Kang). También he hecho nuevos descubrimientos que se han antepuesto a mis intenciones iniciales así que quizá en algún momento haga una actualización.


Después de La Vegetariana, siento que Han Kang ha sido un 'one-hit wonder' para mí porque ni Blanco, ni La Clase de Griego, ni Actos Humanos... Tengo todas mis esperanzas puestas en Imposible decir adiós.

La que está creciendo a marchas forzadas mi carpeta de abandonados. Me he propuesto no forzarme a leer si no me termina de encajar, y con lo caprichosa que soy a la primera de cambio lo estoy dejando. Da igual si es en las primeras 50 páginas o las del final.


¡También he ido de vacaciones! Aunque pensé que mantener una vivienda cortaría de cuajo ese tipo de placeres, he descubierto que lo único que tenía que hacer para poder con todo era dejar de tatuarme *sobs*, moverme dentro del territorio nacional en temporada baja, limitar la estancia a 3 días como tope, y escoger el hotel más barato con mejores reseñas que no esté en barrio peligroso ni a una hora del centro. Divertidísimo.

Esta experiencia me ha mostrado que carezco de la energía necesaria para viajes de trote lowcost; o la economía suficientemente boyante como para compensar estas carencias con dinero. Hace apenas un par de años estaba pillando autobuses nocturnos a la capital, y sobreviviendo el día entero con la mochila a cuestas y a base de sándwiches del súper. Ahora solo quiero facturar maletas y moverme en Uber. Cada día entiendo más por qué a partir de una edad lo único que quieres es vacaciones de playa resort todo incluido.

Esta vida de adulta me tiene apática.

Desde que ha entrado junio, más o menos, y ha empezado la temporada de calor (aunque en mi ciudad las temperaturas no es que suban demasiado), ando también un poco nostálgica.

Nunca he sido muy fan del verano y los planes impresionantes con decenas de amigos. Parrillada en la finca de no sé quién, escapada de fin de semana en una casa rural con vistas a la montaña, excursión a la piscina de la comunidad vecina... Pero siento que, si paso los días haciendo exactamente lo mismo que el resto del año, estoy perdiendo el tiempo.

Eso es. Da igual lo que haga, me persigue este insistente sentimiento de ✨ estar perdiendo el tiempo

De no poder parar y que, a pesar de todo, nada sea nunca suficiente. Martirizarme por dormir siesta un día, o aplazar la colada dos. Tener que salir a dar un paseo para no quedar apalancada en casa porque hay que moverse, cuando lo único que me apetece es ver una película y pintar. O socializar para demostrar a mis amigos que los quiero y estoy bien, pero tener la batería social de un smartphone contemporáneo.

Justo lo hablaba el otro día en una cena. Lo peor es que, sumado a todo lo anterior, parece que en los tiempos que corren, si no estás monetizando tus hobbies no merecen la pena. Si no es estético y visual no sirve. Siento esa presión.

Y tampoco quiero pecar de hipócrita porque soy la primera que juzga una foto torcida. Pero jamás le diría a alguien que intentase sacar rentabilidad hasta de su método de desconexión.

No sé, no sé. Creo que ya me estoy yendo por las ramas.

El caso es que quería hablar de mi vida. Y quejarme un poco, si es posible. Y ahora que ya lo he hecho, para variar, no sé cerrar.


Hay una última confesión que me gustaría hacer, aunque no sé si será ya demasiado.

Dejando de lado el cachondeo, y aprovechando que estamos al final y no creo que mucha gente se haya querido tragar todo el tostón hasta aquí, me voy a poner un poco melodramática.

Hace tiempo que me parece que no soy eficiente con mi tiempo. Que no sé gestionarme, o quizás es que no me concentro, y me distraigo rápido con la primera mota de polvo que se me cruza delante.

Al considerar este proyecto como obligación autoimpuesta, por presión a defraudar a nadie en particular acabé abandonando como todo lo que me cuesta un poco.

Sé que dije que lo hacía por mí, porque me gusta escribir y quiero compartir mis opiniones más allá de Twitter (X), y tener un reto/proyecto/objetivo personal. Pero lo cierto es que me sentí un poco sola. Mi yo narcisista y mi yo síndrome del impostor están en debate constante entre estar segurísima de que tengo muchas cosas que decir y que a nadie le interesa (¡pick-me de manual!). Y no debería hacer o dejar de hacer en función de lo que opinen los demás, pero claro, qué le hago si vivimos en sociedad y soy una esclava más del qué dirán.

Me inquieta lo que la gente piense de mí, si se llevan una impresión equivocada de cómo soy. Necesito justificarme constantemente y dar explicaciones sobre por qué dije esto o aquello y en qué tono iba. Quiero saber si te caigo bien o si me odias, por qué me odias, si te ofendí, si hice una referencia ingeniosa... A veces estoy stalkeando a alguien y me pregunto qué imagen estarán dando mis perfiles de las redes sociales.

No diría que es una obsesión, pero sí una preocupación recurrente.

Me agobié pensando en publicar en este blog.

Comentarios

También te puede interesar